Hace mucho quería visitar Glanstonbury, en especial Glastonbury Tor: una colina de 158 metros coronada por una torre antigua. Son muchos los mitos y leyendas que giran en torno al Tor de Glastonbury: Se considera que es un portal entre el mundo físico y el espiritual, con energías que pueden facilitar la meditación, la reflexión espiritual y la conexión con la conciencia superior; allí se cruzan dos manantiales que vienen de aguas diferentes, el blanco y el rojo, lo que contribuyen a la energía y vibración especial del lugar. También se dice que allí está escondido el Santo Grial de Jesús y que fue llevado allí por José de Arimatea. Se menciona en la mitología celta como la Isla de Avalon, a donde fue el Rey Arturo y sus caballeros después de su última batalla. También se considera como uno de los chakras de la Tierra, el Chakra Corazón. Glastonbury Tor también tiene un significado especial en el Movimiento de la Diosa. Históricamente, fue allí donde colgaron y descuartizaron al último Abad de Glastonbury en 1539.
Desde que lo vi de lejos sentí algo de emoción de estar allí, no sé si por todo lo que había escuchado o porque no estaba en mis planes visitarlo en esta ocasión, o si sería la energía que me decían que tiene este sitio. La misma emoción de estar allí continuaba mientras ascendía esta colina, sintiendo el viento fuerte y la pequeña lloviznita que me acompañaba. Al llegar a la torre, empecé a escuchar música desde su interior, y me sorprendió encontrar a un señor con su guitarra, que aparentemente visita el lugar cada día y eso le dio un aire aún más místico al lugar.
Entré para tratar de esconderme de la llovizna y aunque la torre no tiene techo, de alguna forma lo logré. 360° de vista espectacular, no importa hacia qué lugar mires: estanques, laguitos, bosques, campos y sembrados de diferentes tonos de verde que parecen una colcha de retazos. Nunca había visto al clima cambiar tan rápido, pasando de llovizna a cielo azul despejado, para unos momentos después, cubrirse de nuevo, dejando un pequeño arcoíris decorando mi vista y mis fotos. Eso añadió un aire aún más místico al lugar. Busqué uno de los rincones de esa colina que tiene mucha energía, según había leído, en donde se encuentran un par de espinos y una piedra ovalada conocida como El huevo del Dragón y en donde algunos de los visitantes dejan diversas ofrendas, cristales, cuarzos y otros objetos (hay una del mismo tipo llevada a la Abadía de Glastonbury, que no alcancé a visitar en esta ocasión, que se cree que fue la piedra de donde el Rey Arturo sacó su espada). Adicionalmente, de los espinos colgaban cintas de colores y algunos muñecos que, creo, representan hadas, o brujas o duendes o algunos otros seres que desconozco su nombre. No he podido encontrar qué representan (si lo sabes, escríbelo en los comentarios). A mi amiga Eli, que ya no nos acompaña, le encantaba este lugar, así que aproveché para hacerle allí un homenaje. Al empezar mi descenso, lloviznaba de nuevo. Y lamentablemente el tiempo no me alcanzó para visitar el Manantial Blanco, el rojo y el Manantial del Cáliz, ni la Abadía de Glastonbury… dejando cosas pendientes para mi próxima visita 😊.
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