Después de más de tres semanas de terminar nuestro Camino de Santiago finalmente tengo el tiempo y la cabeza clara para sentarme a escribir un resumen de lo que fue esta experiencia. Como vieron empecé muy juiciosa a publicar cada día y poco a poco empecé a atrasarme hasta que ya solo publicaba historias, que era lo más sencillo.
Cada vivencia es diferente a las anteriores y el Camino de Santiago no es una excepción. Al igual que la vida, que el Camino de la Vida, es único, individual y cada persona lo vive diferente. Así hayas hecho el Camino varias veces y la misma ruta, nunca va a ser igual.
Este me costó físicamente un poco más que los anteriores, o por lo menos así se sentía cada día, los últimos 4 o 5 kilómetros se sentían pesadísimo, sin importar que el recorrido fuera de 29 o de 18 kms. Sabiendo que se está tan cerca del final, pero el cansancio es mucho. Mis piernitas se portaron mejor de lo que esperaba. A ratos molestó la rodilla izquierda y se turnaba con la derecha, nada grave que una rodillera no ayudara a aliviar; después el pie izquierdo, tal vez por cambiar la posición para que las rodillas no tuviesen tanto impacto, no sé. Lo cierto es que parecía que cada día un dolor desaparecía y otro nuevo aparecía, como si el dolor fuera una entidad que decide pasearse por nuestro cuerpo.
El ritmo de mi compañera de Camino y el mío era bastante diferente, ella era muchísimo más rápida que yo. Usualmente iniciábamos juntas, y si yo estaba contándole alguna historia lograba que bajara el paso un poco y nos acompañábamos un rato. Rocío me comparaba Sherezade de Las Mil y Una Noches, pero es que sin vernos mucho por casi 30 años desde que salimos del colegio, pues teníamos muchas historias por contar. Usualmente ella llegaba mucho antes que yo o a veces me esperaba unos kilómetros antes de llegar al alojamiento.
El recorrido que teníamos era de 220 kilómetros aproximadamente, yo me salté 7 kms el día que íbamos desde Sarria hasta Gonzar (28.10 kms), porque me dolía un pie y si lo forzaba, seguramente no podría caminar al día siguiente, así que mejor dejarlo reposar… especialmente después del pulpo que nos comimos en la Feria del Pulpo de Portomarín, acompañado de vinito y unas costillas que se nos atravesaron…. ¿Quién camina después de eso? Pues Rocío camina, y hasta crea rutas nuevas porque se desvió un poco, así que creo que en lugar de los 7 kms que faltaban, creó una ruta de 9. Y llegó al destino, una hora después que yo (la única vez que llegué primero, y eso porque fui en taxi).
Y hablando de comida, es una de las partes importantes del camino. No sólo porque el cuerpo lo necesita, sino porque lo que se encuentra uno en cualquier pueblito de España suele ser delicioso, y no sólo en los pueblitos, también en las ciudades. Y el vino… hasta el barato es rico, el de la casa aguanta 😊. Finalmente estaba pasando por una de las mejores regiones vinícolas de España: ¡el Bierzo! Y como me dijeron en mi primer Camino: ¡Pan y vino hacen Camino!
Naturaleza Pura
Una de las cosas que disfruto del Camino, es la variedad de paisajes en un solo día, muy difícil no apreciar lo hermosa que puede ser la naturaleza. En esta ocasión me llamaron particularmente la atención los troncos verdes de los árboles en los bosques de Galicia en especial. Muchos están cubiertos de una capita gruesa de musgo que parece como un tapete, otros están rodeados por espesas enredaderas que me tomo tiempo ver que lo eran y no hojas que salían de los troncos. Esto acompañado del arroyo ocasional que cruzábamos o que nos acompañaba por trayectos, creaba un ambiente mágico. ¡Y qué decir de las montañas! La inmensidad de los paisajes que se ven llegando a O’Cebreiro te deja sin aliento. Y los mares de niebla espesa que ves cubriendo los valles y montañas durante los primeros kilómetros del día siguiente cuando empiezas a descender, se siente uno como en un cuento.
Encuentros Maravillosos
Otro de los ingredientes especiales del Camino de Santiago es la gente que conoces. Cuando lo haces desde las primeras etapas tienes el chance de conocer más gente. La gran mayoría inicia solo y se empiezan a encontrar cada día con los mismos, una y otra vez; durante parte de la caminada diaria, durante las paradas a desayunar o a comer algo, al llegar a los albergues o alojamientos, durante las cenas y, en ocasiones, hasta te ayudan a aliviar tus dolores, ya sea escuchándote, o diciéndote la mejor forma de sanar tus ampollas. Se empiezan a acompañar en todo el proceso y se van convirtiendo en tu “familia del Camino”. Así fue en mi primer camino en el 2019 y aún sigo en contacto con muchos de ellos y los he visto o visitado durante estos años. Cuando se inicia más cerca de Santiago, estos grupos, estas familias del Camino ya vienen formadas y puede resultar un poco más difícil conocer gente. De todas formas, siempre tendrás algunos encuentros que te marcan.
En este caso, fue un placer volver a pasar por (y mostrarle a Rocío), Terra de Luz, una casa abierta para peregrinos, y encontrar de nuevo a Simon (Sai), su fundador. Terra de Luz es un oasis de generosidad en el Camino. Cuando vas en el trayecto de Triacastella a Sarria, por la variante de Xan Gil, de repente te encuentras con una mesa con abundante comida (frutas, huevos cocidos, panes, mermelada, mantequilla, cereales, leche -y hasta leche de avena y almendras-, galletas, jugos, té y café) y un letrero que dice “Donativo”. Puedes tomar lo que quieras y dar una donación, hay gente que da, otros que no, algunos serán muy generosos, otros dan una moneda, independientemente de eso, allí la comida no falta. Pasas al jardín o a la salita y al sentarte, te preguntan qué tipo de café quieres y estás invitado a quedarte allí el tiempo que gustes. Simon, un Australiano que lleva viviendo allí muchísimos años, ofrece clases de yoga, respiración y de diferentes temas de meditación y mindfulnes, es un ser encantador (y que da unos abrazos que te dejan recargado 😊, yo salí flotando). Además, en la parte de atrás puedes visitar su laberinto de piedras de cuarzo, que te invita a estar en el presente, al caminarlo recorres “4 mundos: el viejo, el nuevo, el exterior y el interior”. Tiene también un huerto en donde produce parte de lo que consumen y allí reciben peregrinos que quieran estar como voluntarios. Para mí era una parada obligada en este Camino.
La llegada
Fue emocionante llegar a Santiago y ver su catedral y, aunque las comparaciones son odiosas, esa sorpresa de la primera vez es irremplazable. En esta ocasión lloviznaba, la plaza estaba mojada, no daban ganas de sentarse o echarse a contemplar la magnitud de la catedral y ver al resto de peregrinos cuando llegan y el reencuentro con sus compañeros de camino. Después de contemplar la catedral y la plaza por un momento, fuimos a reclamar nuestra Compostela, el documento que certifica que se hizo el Camino de Santiago (debes recorrer más de 100 KMS a pie antes de llegar a Santiago de Compostela, o más de 200 KMS en bicicleta o más de 500 KMS a caballo – sí, aún hay gente que hace esta peregrinación de esta forma).
El Camino de Santiago te cambia un poco (o mucho), y la idea es regresar e integrar esos cambios o aprendizajes a nuestra vida diaria, a nuestro Camino de la Vida.
Si has hecho el Camino de Santiago, ¿cuáles han sido tus aprendizajes? Y si quisieras/planeas hacerlo, ¿cuál sería tu objetivo? Comparte tus respuestas en los comentarios o escríbeme.
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