* Mi primera semana en Marrakech y también la primera colombiana (eso creo) que llega a Marruecos sin visa 😊.  Desde el 28 de noviembre del 2021 los colombianos podemos entrar a Marruecos sin visa, gracias a un acuerdo de Exención de Visa para colombianos.  Sin embargo, Marruecos cerró sus fronteras por la nueva variante de COVID19 del momento, desde el 29 de noviembre hasta el 7 de febrero, día en el que entré 😊

Vendedor de postres/dulces marroquíes en la Medina de MarrakechLa pregunta del millón: ¿Cuáles son tus primeras impresiones?  Pregunta que no pude responder claramente porque me la hacían el martes, teniendo en cuenta que llegué el lunes en la tarde. Empecé a trabajar el martes, así que no he podido recorrer tanto, aunque como parte de mi trabajo es recorrer, pues he podido ver algunas cositas 😊

Una de mis primeras impresiones, hasta el momento, es que la gente es muy amable. Lo veo en las sonrisas que se pueden identificar debajo de las mascarillas (pocos las llevan) cuando los cruzas en un corredor, hasta en el cruce del semáforo; los que saludan en el hotel cuando entran al restaurante a desayunar, el señor de las frutas en la calle o en la tienda de la esquina (hay muchas tiendas de la esquina, eso me encanta), que por más de que no hable su idioma, Darija (árabe local) o francés, tratan de atenderme con amabilidad.  No son las sonrisas que se encuentran por doquier en Tailandia, es un poco diferente, aún no sé como explicarlo.  Y me llama la atención porque en otros países que he visitado durante el último año, se nota la falta de esa amabilidad, de esa cordialidad básica, que hace que uno se sienta extraño, ajeno, de alguna forma, no bienvenido y que contribuye a empezar a pensar  “este puede ser mi lugar” o un sentimiento claro de “este sitio no es para mí”.  Pues, en los 5 días que llevo aquí, Marrakech entra en la primera categoría.

Buscando casa…

Me estoy quedando en Gueliz, el área nueva de Marrakech, a una cuadra de la oficina. Es una zona muy mezclada: una parte con vías amplias, arborizada, prestigiosos hoteles y tiendas y a unas cuadras de diferencia se siente más popular y con mucha gente. De todas formas, aún no he recorrido lo suficiente de la zona, como para poder dar una opinión más adecuada.   Esta semana he visto 3 apartamentos, dos eran muy amplios, en edificios relativamente viejos (y no muy bien conservados), aunque ambos tenían amplias terrazas privadas, una de ellas con BBQ, perfectas para fiestas con todos mis amigos… Buen punto, tal vez primero necesito los amigos para disfrutar terrazas así 😊. Vi otro, más cerca de la oficina, un poco más acogedor (léase “más pequeño”, aunque también más acogedor, sin terraza 😊) y más nuevo. Ese me gustó, me puedo ver ahí. Apenas tratando de entender el tipo de lugar en el que ´puedo vivir y cómo funciona el sistema inmobiliario aquí.  No resulta tan fácil, ya que una de las formas más efectivas de encontrar apartamento es recorrer toda la zona y preguntar, edificio por edificio, al guardia si hay algo disponible, y si en su edificio no hay, seguramente él conoce a alguien que sí tenga un apartamento para la renta. Esto se dificulta un poco (o mucho) por el idioma, aunque en repetidas ocasiones lo hice en Tailandia, hoy lo intentaré a ver si durante el fin de semana puedo ver algo más. La otra opción es por agencia, sube un poco el precio porque el arrendatario debe pagar casi un mes de renta al agente, aunque asegura un contrato más justo. Si no encuentro nada durante el fin de semana, me quedaría con el “acogedor”, que fue a través de agencia y resulta lo más práctico en el momento, para poder sentirme más “en casa” o por lo menos “en mí casa”, algo que no siento hace mucho, pero que necesito en este momento (gracias a todos los que me acogieron en sus casas durante los últimos años y me hicieron sentir en casa, pero pues no era mi casa, ustedes me entienden, ¿verdad?).

Y por aquí como que no está el Covi ese…

Antes mencioné la mascarilla, que es algo que me ha impactado:  son pocos los que la usan, incluso en lugares tan llenos y congestionados como la Medina.  Yo sí muy juiciosa la he seguido usando, aunque me siento el bicho raro. Me decía ayer mi colega Uma, que los marroquíes ya no le tienen miedo al Covid, muchos ya se han contagiado en algún momento y aunque sí han tenido familiares que han muerto, la mayoría gente mayor, entre ellos, su abuelo, no han tenido o conocen gente cercana joven que haya muerto a causa de esto, a diferencia de muchos de los que están leyendo, que conocemos alguien cercano, o familiar de amigos, jóvenes, muchos saludables, que no sobrevivieron a la enfermedad (Q.E.P.D.).  Me decía que el gobierno cerró muy pronto y que eso contribuyó a que el contagio no fuera tanto.  De vez en cuando escucho esa tos pesada en algún adulto o niño cercano, o se oye un estornudo y llega la pregunta, “¿Será que…? mejor me alejo” (incomoda un poco más cuando el niño en cuestión está tosiendo al lado del buffet del desayuno), pero seguramente es el resfriado normal de estar aún en temporada fría, porque el resto de gente no parece preocupada.  Y como “al sitio que fueres, has lo que vieres” seguramente resultaré usando la mascarilla menos poco a poco.

Y, definitivamente, mi parte preferida de esta semana fue la visita a la Medina, el centro de Marrakech, la parte más antigua, amurallada.  Es un laberinto gigantesco, en donde hay pocas calles con carros (autos, vehículos) y la mayoría de gente se desplaza a pie, pocos en motos, bicicletas y no falta el burro llevando una carreta.  Y dado que este escrito está un poco largo, la dejaré para el siguiente, no sólo porque ya deben estar cansados, sino porque hoy planeo volver, así que tendré una impresión más completa.

Au revoir y hasta la próxima.

Este escrito refleja mi opinión personal en el momento de escribirlo, y como todo cambia, seguramente estas impresiones lo harán una vez vaya conociendo más este país y su cultura.

Y si lo quieres escuchar, aquí lo tienes…