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¿Y en qué quedamos?  Ah sí, la Medina. Desde esa visita de la primera semana, la he visitado 3 veces más y me sigue pareciendo encantadora. La Medina es la parte más antigua y amurallada de muchas ciudades del norte de África, es donde se encuentran los mercados principales desde tiempos muy antiguos y en la actualidad (en muchos lugares), aunque con el crecimiento urbano y la modernización, aparecen mercados alternativos fuera de las medinas.

La medina de Marrakech es gigantesca y tiene muchos barrios y, hasta el momento sólo he visitado muy pocos.  La primera vez fui con un guía y obviamente él sabía el camino, nos llevó a varios lugares históricos y en muchas de las calles por las que pasábamos rápidamente, sólo repetía en mi mente: “Aquí debo regresar sola”.  Y lo hice hace una semana (y seguiré haciendo).  Primero, busqué un café a donde tendría que llegar unas horas después para tener como punto de referencia y luego empecé a caminar sin rumbo fijo.  Había escuchado que era como un laberinto, así que caminé y camine, metiéndome por callejuelas, volteando por donde me llamaba la atención, y como en cualquier laberinto, me encontraba muchas veces con calles sin salidas, teniéndome que devolver y como había hecho varios giros, perdía la orientación y resultaba pasando por los mismos sitios una y otra vez.  Y menos mal esa era la idea, perderme y encontrarme, o si no, me imagino la frustración.

En la medina es donde vive la gente, el pueblo, en donde se hacen muchos de los negocios, en donde se concentra más gente, en donde hay mercados de todo tipo, en donde se puede ver el Marruecos que uno se imagina. La medina es VIDA, y sí, con mayúscula.  No paraba de sonreír debajo de mi mascarilla con muchas de las escenas que me encontraba.  Sitios así me producen felicidad, estoy en mí elemento.

Ya tenía hambre y estaba atenta buscando lo que sería mi almuerzo, no había visto nada que me llamara la atención. Paré a tomar foto de unas cabezas de cabra (días después supe que era oveja) y un señor que estaba allí sentado comiendo, me hizo señas diciendo que estaba muy rico, así que dije: “por qué no”. Le hice señas al vendedor, mostrando el plato del que estaba sentado y diciéndole que quería uno. El que estaba sentado, inmediatamente corrió el plato, implicando “siga no más, compartamos”. Le hice señas que gracias, que tranquilo, entré, me senté. Me preguntaron qué quería cabeza de cabra (pero era oveja) o vaca y dije que cabra (pero era oveja) y me trajeron mi plato de carne de cabeza de cabra (pero era oveja). Venía con pan (comen mucho pan, muchísimo), y uno de los pedazos venía sumergido en la misma salsita en la que cocinaron por horas la cabeza.  Le pusieron un poquito de sal y de comino.  Y que D.E.L.I.C.I.A. La carne suavecita, el sabor no estaba fuerte (el sabor del cordero, por ejemplo, me parece muy fuerte), y el pancito con la salsa estaba también muy rico. Me devoré todo en un segundo, mientras que mi nuevo amigo, el de la mesa de al lado, me hablaba e interrogaba. Él no era de aquí, sino de Fez, y estaba en Marrakech por unos días, me dijo que tenía una moto, que iba a estar dando vueltas por la medina, que si quería fuera con él, le agradecí y le dije que prefería recorrerla sola, dijo que me podía perder y le dije que esa era la idea 😊. Me dio su teléfono y me dijo que si quería compañía, lo llamara.  Aún no lo he hecho.

La puerta se cerró detrás de ti… dice la canción

En la medina hay unas zonas más bonitas que otras, calles más organizadas, como más armónicas y una de las cosas que más me ha llamado la atención, son las puertas.  Hace meses, en el pabellón de Marruecos en EXPO Dubai (cuando aún no sabía que vendría, pero me iba inspirando), había una parte que tenía muchas puertas de diferentes diseños que se abrían y se cerraban, y muy lindas, pero no entendía bien por qué. Hasta llegar aquí y ver los diseños de las puertas, en especial en la medina.  Las puertas y los portales sobresalen, así que ha sido de las cosas que más he fotografiado.  Grandes, pequeñas, deformes, labradas, con apliques, de colores, de madera, de metal, con o sin aldaba, con chapas y cerrojos de diversos tamaños, con portales adornados, llenas de diseños, en fin, me fascinan.  Luego supe que las venden, las exportan y que son muy famosas.

La medina también es hogar de muchos lugares históricos, antiguos palacios, muchos jardines. Esta semana visité uno que me encantó, El Jardín Secreto, por fuera uno no se imagina que un lugar en la medina pueda albergar tremendo jardín, tenía un fuerte aroma a diversas hierbas, pude identificar hierbabuena y romero (porque me lo dijo el guía, ya que nunca lo había en la planta, sólo en frasquito). Aquí he aprendido que los jardines islámicos son muy famosos, con diseños específicos, fuentes de agua, canales y una geometría particular, que representa el paraíso en la tierra.  Más adelante hablaré de eso, cuando sepa más de eso, cuando me lo expliquen mejor 😊. El punto es que son importantes.  Pudimos subir a la torre, siendo uno de los puntos más altos a los que se puede acceder en la medina, y como el día estaba despejado, podíamos ver los picos nevados de las montañas Atlas al fondo. Simplemente hermoso.

A las afueras de la medina se encuentran caliches (o carrozas tiradas por un caballo).  Aún se usan en la ciudad, sin embargo, también son de uso turístico.  Y la verdad, tengo sentimientos encontrados con respecto a eso.  Aunque algunos están en mejor estado que otros, los cuidan más, la parte de explotación animal para usos turísticos, no me cuadra mucho por el lado de la sostenibilidad turística; sin embargo, por otro lado al ser parte de la cultura, al ser la fuente de ingreso para muchos, es algo que no se puede criticar o cambiar de un día para otro.  Tal vez, más adelante, las cosas cambien.

¿Y conseguiste apartamento?

Me han preguntado en la semana.  Y ¡sí! Uno que me gusta mucho.  Al estar ya lista para firmar el lunes el contrato del apartamento “acogedor”, decidí darle otro chance a una agente con la que había habido un malentendido por Whatsapp (le había hecho 4 preguntas de diferentes apartamentos, respondió YES.  Y no respondió más).  La contacté de nuevo, me refirió a su colega, que llegó a la cita con otros dos colegas (como que trabajan todos en grupo, de diferentes inmobiliarias), y el segundo apartamento de su lista me gustó (el primero no lo vi, porque pasaba mi presupuesto), ya no quise ver más. En edificio viejo, amplio y a 12 minutos de la oficina, me gustaron los muebles (es que los de otros que vi… ni les cuento, no eran mi estilo, ni el suyo, pero pues, entre gustos no hay disgustos), con dos habitaciones (así que todos toditos  los que me han hospedado durante los últimos años, pueden venir y los puedo recibir en mi humilde morada).  Estoy muy contenta :-).  Estuve ya comprando varias cosas que faltaban aquí y allá, y este fin de semana, lo dediqué para disfrutarlo 😊.  Empezando a sentirme en mi casa.

Y aún queda mucho para contar, pero esto se alargó.  Así que, hasta la próxima.

Este escrito refleja mi opinión personal en el momento de escribirlo, y como todo cambia, seguramente estas impresiones lo harán una vez vaya conociendo más este país y su cultura.