Advertencia: En este escrito expreso mis opiniones basadas en las experiencias que tuve.  No pretendo afirmar que todo el país es así o que a todos los que lo visitan les pasa lo mismo. 

Empiezo diciéndoles que me fui de Sofía con sentimientos encontrados, que empezaron desde el trayecto de tren.  Algunas cosas fueron muy buenas, algunas personas muy amables mientras que otras, todo lo opuesto.  Aún procesándolo ya que generalmente hago lo posible por entender cada cultura, aunque en ocasiones, no lo logro.

Iniciando con las partes lindas:  el primer día, había una feria en el parque del Palacio Nacional de Cultura, que era cerca a donde me hospedaba.  Había múltiples competencias de deportes (taekwondo, boxeo, carreras, gimnasia, ajedrez y algunos deportes que no reconocí).  En otra zona había comida y cerveza artesanal y pues como no tenía niños, me quedé en la zona de la cerveza 😊.  Además, había una banda muy buena tocando, así que disfruté de una cervecita local (me interesa aprender acerca de la comida y bebida local) mientras escuchaba buena música.

Urban Creatures, barrio Hadzhir Dimitar, Sofía, Bulgaria

Al día siguiente, primero fui a la zona Hadzhir Dimitar, en donde hay murales impresionantes, parte de un proyecto llamado Urban Creatures y que está por diferentes partes de la ciudad, pero en este barrio está más concentrado.  Está fuera de la zona turística, que generalmente, trato de explorar, aunque sea un pedazo. Hasta allí llegaba en Metro y eso me ayudo a sentirme más ubicada en la ciudad.  Este era un barrio residencial y la mayoría de los murales estaban en los costados de edificios de 5 o 6 pisos, me encantaron.

Después me fui caminando hasta el centro histórico, en donde ya tenía varios lugares marcados en el mapa, sin embargo, era muy difícil seguir la ruta planeada inicialmente, porque al estar allí, hacia la dirección que miraba había algún edificio lindo hacia donde quería ir y me desviaba de mi ruta: Iglesias ortodoxas de diferentes épocas, una mezquita, una sinagoga que ese día estaba cerrada (por lo menos para visitantes), muchos edificios gubernamentales, museos, parques, entre otros. Gran parte del centro de Sofia tiene ruinas romanas, bizantinas y otomanas, siendo una de las ciudades más antiguas de Europa (Serdica); por esto, antiguas ruinas se mezclan con construcciones más modernas, y es posible ver las diferentes “capas” de ciudad que se han construido a lo largo de la historia.

El lugar que más me gustó, fue la iglesia de San Jorge (St. George Rotunda Church), uno de los edificios más antiguos de la zona, construido en el siglo IV como baños romanos.  Está ubicada en el patio de un edificio gubernamental (parte es el Palacio de Gobierno),  y, aunque sabía que existía, no esperaba encontrarla detrás de la entrada al edificio. Entré por la parte de atrás en donde sólo hay ruinas (hasta paré un rato allí para hacer un videíto, unos señores españoles me vieron y uno de ellos amablemente ofreció: ¿quieres que te haga algo personalizado? Es decir, con la cámara 😊.  En medio de tantas caras largas, es refrescante encontrar gente amable y con buen humor).  Después de verla por fuera, me encontré con una celebración en su interior, más impactante que la que había visto en Plovdiv. Ya una amiga me había explicado lo importante que son los rituales allí.  En esta celebración había más gente. Esta dentro de un edificio, Al llegar a la entrada estaban en plena ceremonia.  El altar estaba cubierto y en el centro había una mesa con diferentes tipos de panes, uvas y botellas de vino Abiertas.  Estaba el patriarca con su vestimenta de color rojo, barba larga, celebrando en especie de cánticos, a los que un grupo de unas 3 o 4 personas respondía, y en algunas ocasiones el resto de los asistentes, en su mayoría señoras con la cabeza cubierta por una pañoleta. Había un asistente, vestido con una especie de hábito turquesa, muy elaborado, y él cargaba el incienso, que agitaba todo el tiempo y en ocasiones entregaba al patriarca para que bendijera los alimentos, la ceremonia y a los asistentes; cuando el patriarca le devolvía el incensario, éste le besaba la mano al patriarca.  Los asistentes cuando respondían, también con cánticos, se echaban la bendición.  Muchas, muchas, muchas bendiciones en una sola ceremonia. Y cuando se hacen la bendición o la cruz, es parecida a la de los católicos, solo que ellos tocan primero el hombro derecho y luego el izquierdo.  Algunos, al terminar la bendición hacían una venia pronunciada (parecía opcional).  Aunque no sabía exactamente qué estaba pasando, era un poco familiar porque tienen mucha de la simbología e imágenes de la religión católica, finalmente también son cristianos, aunque los rituales son diferentes (same same, but different, como dirían en mi adorada Tailandia). Fue emocionante estar allí, presenciando tal ceremonia, en un lugar tan antiguo, tenía una magia especial, que hasta me dieron ganas de llorar (que los que me conocen saben que no es muy común).

Había un grupo pequeño filmando con una cámara y micrófonos grandes, imagino que por eso no dijeron nada (parecen ni haberlo notado) que yo estuviese haciendo lo mismo con mi teléfono.  Y me extrañó ya que en muchas otras iglesias no se permitía que se tomaran fotos o se filmara adentro.   Además, aquí era un espacio bastante reducido.  Pueden ver el video relacionado, aquí.

Al ir de camino de regreso hacia mi alojamiento, empecé a escuchar tambores y saxofón en  la calle Vitoshka, una de las calles peatonales principales del centro (¿o hay sólo una?).  Al acercarme, me encuentro con una banda, gente bailando y una novia (me encantan, a donde voy me ayudan a decorar las fotos), un poco ya cansada.  Mi primera impresión fue que eran de algún lugar del caribe, por más de que la música no lo era, pero luego pude ver que no lo eran, aunque no supe de que parte de la zona serían.  Un ratito después, los novios entraron por un garaje (la corte, imagino) y toda la comitiva los siguió.  A esa parte me dio pena colarme.

Noté, en múltiples ocasiones, que la gente (o las personas a las que preguntaba, excepto uno) es un poco “económica” con sus explicaciones.  Como queriendo o que les preguntes algo más específico o que te lo averigües por ti mismo.  Cosas que en otros lugares hago con los ojos cerrados, aquí parecía que me costaban mucho más.

La señalización en la estación de Plovdiv, era en letras pequeñas, en búlgaro y en escritura cirílica (влакова платформа o algo similar, imagino), pude descifrar que las plataformas estaban hacia la izquierda, pero al llegar, estaba cerrado.  Fui a la ventanilla de tiquetes internacionales, asumiendo que la persona hablaría inglés, pregunté por dónde podría llegar a la plataforma 6, y respondió de mala gana y con cara de “ud. tonta: allá”, señalando la dirección opuesta.  Y sí, era hacia allá, pero no era tan obvio. Finalmente la encontré.  Al llegar a la plataforma noté que no indica en ninguna parte el número de plataforma, como lo hay en otras estaciones de tren del mundo, un número grande y claro, que se entiende en cualquier idioma.  Al llegar a Sofia pasó algo similar: poca y mala señalización en la estación, escaleras eléctricas y ascensores dañados, y gente con respuestas “poco amables”.  Al llegar al AirBnB le pregunto a mi anfitriona: ¿hay supermercados cerca? Sí, a la derecha y a la izquierda, caminas y caminas hasta que llegas.  Mmm gracias (gracias porque Google Map existe, porque como que aquí no aplica lo de “preguntando se llega a Roma”).

Sólo tuve 2 ocasiones en mi corto viaje a Bulgaria, en que se portaron muy bien:  Una, en el tren de Plovdiv a Sofía, al lado mío había un joven (que vieja sueno al decir eso, pero tendría unos 25 años) que muy amablemente me ayudó a subir las maletas (una de 20k y la pequeña) ya que no había espacio para éstas en otra parte del vagón y al llegar, también me ayudó a bajarla (créanme que no es tan común que te ayuden viajando, como muchos creerían).   La otra, en el vecindario del arte callejero, un señor se quedó acompañándome, tratando de ayudarme a solucionar un inconveniente (que da para otro escrito).   Desafortunadamente Bulgaria no me impresionó por la amabilidad de su gente, sino todo lo contrario.

Aunque fueron más los momentos agradables en Bulgaria, lamentablemente me fui con un sabor amarguito y con sentimientos encontrados.  Tal vez en un tiempo pasará.

Vídeo- Sofía en 1 día