Empiezo contándoles que, en mis propios viajes, en ocasiones no considero todos los factores que hay que tener en cuenta al crear una ruta y hacer reservas, a diferencia de cuando lo hago para mis clientes.
Cuando decidí retomar este “estilo de vida” de seguir viajando, vivir en una maleta y trabajar mientras viajo, empecé a crear una ruta que me llevara hacia occidente. Empecé por Estambul, en donde, aparte de visitar una de mis ciudades favoritas, me encontraría con amigos y acompañaría a mis clientes a ver algunos de los sitios más importantes de esta maravillosa ciudad. Luego, decidí ir desde Estambul a Múnich, que es mi próxima parada, por tierra. Busqué las rutas posibles, combinando lugares que quisiera visitar, con posibilidad logística de hacerlo y al mismo tiempo, por horarios y precios, si convenía más hacerlo por bus o por tren. En este recorrido sólo haré un trayecto en tren, los demás serán en bus.
Mis clientes salían a medio día de Estambul, quería salir después que ellos, y el siguiente bus salía a las 11 PM, llegando a Plovdiv a las 5:45 AM (hora local, que es 1 menos). Este bus no te deja en la estación de bus directamente, sino en un andén frente a la estación de trenes. Fui hasta la estación para entrar al baño y sacar dinero de cajero, y no pude hacer ni lo uno ni lo otro, ya que para entrar al baño debías pagar con moneda local (Leva). No podía tomar un taxi, por lo mismo, porque no tenía levas y los pocos taxis que paré, no recibían tarjetas. Así que a caminar. En Google Maps decía que solo eran 26 minutos, eso no es nada. No es nada cuando vas sin maletas, y cuando las vías no están en construcción y te desvían de tu camino haciéndolo más largo. O cuando por estar cansada (o despistada), no sigues bien la ruta del mapa y también te desvías, añadiendo más distancia y tiempo. Y si le sumamos que desde un punto las calles son en Adoquín y tus maletitas no se deslizan tan bien… En fin, fue una ruta larga camino al alojamiento. De todas formas, pues a ponerle cara alegre a la situación y a buscarle lo positivo. En mis descansos chateaba con una amiga y nos reíamos, le mandaba fotos de lo que me iba encontrando y fue divertido.
Primero llegué a un parque muy lindo, estaba solito, aparte de los gatos. De vez en cuando pasaba alguien y no más. Allí me senté a descansar, me tomé el juguito de naranja que llevaba conmigo, y me entretuve mirando el laguito iluminado y disfrutando del silencio. Recuperé fuerzas y seguí. Luego empecé a encontrar varias ruinas romanas (foros y teatros), que estaban iluminadas y solitas para mí, me detuve a observarlas y a fotografiarlas. Todos los edificios del centro iluminados, y las calles casi vacías, me fui por una calle peatonal (Knyaz Alexander I) llena de tiendas, muy bonita y bien cuidada. En esta parte de la ciudad preservan estas ruinas y de alguna forma se mezclan con edificios más modernos. Al irme acercando al alojamiento encontré cajeros automáticos, pude sacar levas búlgaras, pero ya no valía la pena tomar taxi. Al llegar, ya había amanecido (a las 6:30 aún estaba oscuro), así que dejé maletas y me fui a buscar café y algo de comer y a recorrer parte de la ciudad.
Me fui hacia el casco antiguo de Plodiv, que está ubicado en varias colinas (es llamada la ciudad de las 7 colinas), tomando varias calles empinadas hasta llegar a algunos de los sitios principales. Las calles son de adoquín y las casas, edificios, iglesias y ruinas, están muy bien preservados. Lo que más me llamó la atención durante el día, fueron las iglesias ortodoxas, con toda su iconografía. La primera a la que entré (Sveta Bogoroditsa) era dedicada a la Virgen María y la mayoría de las imágenes y cuadros la incluían; los colores de estas pinturas e imágenes eran muy intensos, lamentablemente no se podía tomar fotos adentro. Estaban en pleno ritual, el altar estaba casi cubierto por paredes (o especie de biombos) con más imágenes, sólo se le veía la parte de atrás de la cabeza al papa (así se le dice al sacerdote de la iglesia ortodoxa griega) que estaba oficiando y, detrás de esas paredes, se veía parte de hermosos mosaicos de Jesús y otros santos… como una parte muy sagrada a la que sólo tiene acceso el ministro. Tenía en la mesa un cáliz y lo que se veía como “El Santísimo” expuesto. Afuera, en un atril estaba un hombre cantando (sonaba estilo canto gregoriano) parte de la misa. Era una interacción entre estos dos. El uno hablaba y el otro repetía. No había más personas en la celebración aparte de mí. No había sillas en el centro, sólo algunas contra las paredes.
Al ser una de las ciudades habitadas más antiguas de Europa (más de 6.000 años), tiene muchos restos arqueológicos de hace milenios y antiguos edificios especialmente del Renacimiento búlgaro (siglos XVIII-XIX); por allí pasaron los macedonios, tracios, persas, griegos, romanos, godos, hunos, bizantinos y otomanos.
Después de caminar por la zona, fui a descansar un rato, recuperar 2 horitas de sueño y reponer algo de energía para continuar recorriendo la ciudad.
En la tarde regresé a la parte que había cruzado en la madrugada, simplemente que ahora aparte de verla con luz, estaba llena. La zona peatonal tenía gente comiendo o tomando café en terracitas, haciendo compras, músicos callejeros, niños jugando y estaba llena de vida. También había gente recorriendo las ruinas romanas, o sentados observándolas.
Para terminar el día, me dirigí hacia la Torre del Reloj, ubicada en otra de las colinas. De camino me encontré con muchos murales, que me encantan. En especial me gustó uno llamado “Noticias de Casa” y era una composición de muchas escenas callejeras de Plovdiv, parecía como si fueran recortes de siluetas de fotos, mezcladas para formar este gran mural. Al subir hasta la torre, me quedé contemplando la ciudad desde varios miradores, desde uno de ellos se veía el casco antiguo y hasta el Teatro Romano ubicado en éste. Fue una buena forma de cerrar mi día, ya no me quedaba mucha energía para seguir y al día siguiente saldría en la mañana hacia Sofía.
Plovdiv fue una buena forma de iniciar esta parte del viaje y una positiva introducción de Bulgaria, ¡mi país número 50!
Deja tu comentario