Aclaración: Este escrito es basado en mi experiencia, en el tiempo que he vivido en Tailandia y en el Sudeste Asiático, como en todo lo que he aprendido (empresas con las que he trabajado y estudios que he tomado). No pretendo ser una experta en el tema o considerar tener la última palabra al respecto.  Mi objetivo es compartir mi información para ayudar a tu decisión en el momento de elegir actividades con elefantes. Es un tema complejo, por eso este escrito (o escritos) resultó más largo de lo esperado.

Como todos sabemos, el elefante es un animal salvaje y por lo mismo, debe pasar por un proceso de entrenamiento, que no es fácil.  No se domestica o se entrena como se haría con un perro, se requiere fuerza bruta y miedo; pasan por un proceso de entrenamiento muy fuerte (así hayan nacido en cautiverio), que se ha practicado en la historia por muchísimos siglos y es conocido como: romper el espíritu.

Empezando a romperle el espíritu al elefante. Foto tomada de varios websites, autor desconocido.

Empezando a romperle el espíritu al elefante. Foto tomada de varios websites, autor desconocido.

Esta práctica se conoce en Tailandia como Phajaan. El proceso inicia cuando el elefantito es aún muy pequeño, de uno o dos años; es separado de su mamá, edad en que aún la necesita, ya que es amamantado hasta los 4 o 5 años, y es sometido a una serie de maltratos: primero lo ponen en una especie de jaula de madera (crushing cage), sin espacio para moverse, es amarrado de sus extremidades aún débiles y su trompa, para que no se pueda mover.  Allí lo privan de sueño con ruidos extremos, lo dejan aguantando hambre y sed (o le dan muy poco alimento), lo azotan, apalean y chuzan. Este proceso dura semanas (dependiendo de la voluntad y edad del elefante) y es tan traumático, que en ocasiones la madre y la cría no se reconocen mutuamente después de que termina (algunos elefantes mueren en el proceso). Cuando logran que el elefantito esté sumiso (lleno de miedo: roto), aparece su mahout y le da comida y bebida y lo “libera” de la jaula, convirtiéndose en el “salvador” y así es que lo puede controlar.

"Crushing cage", jaula de madera que evita que el elefante se mueva. Foto publicada en varios websites, se desconoce su autor.

«Crushing cage», jaula de madera que evita que el elefante se mueva. Foto publicada en varios websites, se desconoce su autor.

Primero lo ponen en una especie de jaula de madera (crushing cage), sin espacio para moverse, es amarrado de sus extremidades aún débiles y su trompa, para que no se pueda mover.  Allí lo privan de sueño con ruidos extremos, lo dejan aguantando hambre y sed (o le dan muy poco alimento), lo azotan, apalean y chuzan. Este proceso dura semanas (dependiendo de la voluntad y edad del elefante) y es tan traumático, que en ocasiones la madre y la cría no se reconocen mutuamente después de que termina (algunos elefantes mueren en el proceso). Cuando logran que el elefantito esté sumiso (lleno de miedo: roto), aparece su mahout y le da comida y bebida y lo “libera” de la jaula, convirtiéndose en el “salvador” y así es que lo puede controlar.

Este ritual existe en diferentes formas y niveles de crueldad, casi en todos los países de Asia en donde tienen elefantes entrenados. Muchos elefantes no sobreviven este proceso, otros quedan con traumas de por vida o enloquecen en el proceso y deben ser destruidos.  Algunos resultan atacando a su mahout en algún momento.

"Masaje Thai" en show con elefantes, Chiang Dao Elephant Camp (2007), Tailandia

«Masaje Thai» en show con elefantes, Chiang Dao Elephant Camp (2007), Tailandia

Básicamente, la mayoría de campos, santuarios, granjas, parques de elefantes, dicen que tienen únicamente animales recuperados del maltrato: ya sea porque los tenían cargando madera en el bosque o mendigando comida en las calles de las ciudades, o que son recuperados de otros campos de elefantes o que su familia fue cazada o asesinada. Casi siempre se presenta un objetivo y una historia noble, que aunque puede ser verdad, busca generar esa compasión en los turistas, busca mostrar que el lugar está siendo responsable y “no como los demás”. También hay hospitales, centros de recuperación, centros de retirados, en donde se están rehabilitando los animales.  Desafortunadamente, muchos de estos lugares dicen ser responsables, sólo por publicidad y para atraer más turistas (green washing).

¿Y tú qué puedes hacer para no fomentar el maltrato de los elefantes?

  • Evitar comprar artículos de marfil- aunque es prohibido, aún los siguen vendiendo
  • Si vas a un Santuario de Elefantes, investiga y trata de asegurarte de que sea un campo responsable/ético.
  • Si eliges un Santuario de elefantes ético y responsable, no sólo estás contribuyendo a que cese el maltrato, sino que estás apoyando la economía local.

Historias relacionadas:  Elefantes salvajes en Sri Lanka y Elefantes en Asia 

Si deseas asesoría para reservar tu experiencia con elefantes o tu viaje en el Sudeste Asiático (o cualquier otro destino), mándame un email (rubby@keepwanderingtravel.com) y empezamos a trabajar juntos.