Siendo estas sólo algunas de las predicciones que estaríamos enfrentando (todo esto es hipotético), nos sirven para prepararnos frente a los cambios que vienen.  Algunos comentarios:

  • Resumiendo, el regreso a la “normalidad” de los viajes estará más lento de lo que quisiéramos y la única opción para los que vivimos con sed de viajes, es viajar en nuestro propio país (por seguridad, restricciones de movilidad internacional y factores adicionales que aún no contemplamos).
  • Muchos estamos (y publicamos estar) orgullosos de nuestro país, aunque me parece que, en muchos casos, es sólo en papel. Es un orgullo que nos inculcaron desde pequeños y estamos listos a defender el país frente al primero que lo ataque. ¿Pero cuántos de nosotros nos hemos dedicado a recorrer el país, a explorarlo, a tratar de ver la belleza que encuentran otros cuando vienen?
  • Actualicémonos en todo lo que nuestro país tiene para ofrecer: como muchos de nosotros somos de culturas muy citadinas; tratemos de explorar más el campo, la selva, las montañas. Y si decidimos ir al mismo sitio que nos encanta, tratemos de hacerlo de forma diferente, de una forma más local: nos sorprenderemos de todo lo que se descubre cuando miramos nuestro país con ojos diferentes.
  • Disfrutemos, como lo hacen los extranjeros, nuestra parte más rural, más básica: Recoger café, sembrar y recoger arroz, apreciar la comida cocinada en leña por unas manos campesinas, quedarnos en hospedajes rurales sencillos y así tratar de entender cómo viven otros (y ver lo felices que viven) y ¡dejar de quejarnos! Oír sus historias, tal vez, oír lo que enfrentaron en esta crisis y darnos cuenta de que nosotros nos quejábamos por nada. También están nuestras comunidades indígenas, lo cual implicaría un deseo más profundo de conocer (y valorar) esa parte de nuestra cultura.
  • Y, por ejemplo, si vamos a la Zona Cafetera, en lugar de irnos al Parque del Café o a Panaca, tratemos de tener esas mismas experiencias en fincas más pequeñas, en donde podamos estar apoyando directamente a comunidades locales.
  • Como muchos de los lugares que podrían resultar exóticos para nosotros son remotos, gastemos el mismo tiempo que tardaríamos para ir a Europa o a Asia en un viaje al interior de nuestro propio país: muchas horas en carretera, luego tal vez un barco, viajando despacio y no a las velocidades que estamos acostumbrados cuando visitamos 15 países de Europa en un mes.
  • Visitemos lugares remotos, en medio de un ambiente húmedo, lleno de mosquitos y otros bichos, ¡untémonos de tierra! ¡Descubramos nuestro propio país, así podremos estar de verdad orgullosos! Definitivamente no es la imagen de nuestras vacaciones ideales y no es lo que estamos acostumbrados: ¡Buenísimo, emocionante, algo desconocido! ¿No les parece?

Nota:  Este panorama continúa cambiando día a día.  Ahora también se está hablando de los riesgos que el turismo rural traería, en este caso, no para el viajero, sino para las comunidades que los reciben, las cuales no cuentan con las condiciones sanitarias con las que se puede contar en la ciudad.   Sigamos abiertos a ver todas las posibilidades y buscar la mejor forma de enfrentarlas.

Lo que se está haciendo