A finales del 2019 tuve la oportunidad de visitar Sri Lanka, algo que llevaba postergando por muchos años. En el 2004 estuve a punto de ir, por trabajo, hasta alcancé a sacar la visa, y al final el viaje se canceló (afortunadamente para mí, porque por esos días fue el tsunami y afectó mucho a la isla, borro zonas completas y muchos murieron ☹).
Entre los lugares que quería visitar se encontraban dos parques naturales, en donde podía ver animales salvajes, en especial, elefantes. En mis años en Tailandia he visitado muchos campos de elefantes (también en Myanmar y vi muchos en India y Camboya), y la experiencia en cada uno es diferente, y aquí debemos referirnos al trato que se le ha dado a este gigantesco- magnífico animal en Asia, que presento con más detalle aquí.
Visitaríamos dos de los parques naturales principales en el sur de Sri Lanka: Yala y Udawalawa. La llegada a la zona, la hicimos en bus público, desde Tangalle a Tissamaharama, recorrido que tardó más de 4 horas (en auto tarda casi dos horas): un bus colorido, con mucha gente, sin aire acondicionado y música a todo volumen: mi tipo de experiencia (de vez en cuando :-)), es una forma de ver la vida local, saliendo de la burbuja del turista.
A la llegada nos esperaba Prateep que nos llevaría a nuestro hospedaje y los dos días siguientes a visitar los parques. Nos levantamos muy temprano para visitar el Parque Nacional Yala, que queda a un poco más de una hora hacia el este de nuestro hospedaje. La visita la haríamos en jeep, del cual sólo nos bajamos para descansar cerca del medio día, para el resto de la visita permanecemos en el vehículo, es decir, sólo observamos y tomamos fotos. Nunca había estado en un safari o una visita de este estilo, y me encantó. Algunos animales te miran, otros te ignoran completamente, y no hay ningún tipo de interacción con ellos. Vimos muchos animales, algunos que sólo había visto en televisión: monos macacos (puedo observarlos por horas), venados, ciervos, búfalos de agua, lagartos monitor, cocodrilos, un par de jabalíes, chacales, mangostas (¡que lindas!), diversos tipos de aves (garzas, cigüeñas, pavos reales -algunos trepados en árboles-, patos, paticos, búhos, águilas, pájaros martín pescador -kingfisher- y muchos otros que desconozco los nombres), cientos de mariposas coloridas y un pollo (el más salvaje de todos). También apareció tímidamente un leopardo detrás de unas ramas, que nos observaba sin inmutarse. Y vimos algunos elefantes en su hábitat natural y LIBRES. Vimos una familia pequeña al lado de un estanque, un adolescente comiendo e ignorándonos completamente y otro par caminando por ahí.
Al día siguiente fuimos al Parque Natural Udawalawa, a casi dos horas hacia el noroccidente de nuestro hospedaje.
A la llegada, antes de entrar al parque, vi en una cerca un elefante mayor, con unos colmillos gigantesco, lo cual me encantó, ya que, por el tráfico de marfil, son pocos los que se ven, o sólo tienen un pedazo, ya que el resto se los han cortado.
En este parque pudimos ver muchos más elefantes (19 en total), y menos animales de otras especies. Me sorprendió la cantidad de pavos reales, incluyendo uno desplegando su plumaje frente a 2 de sus “chicas” para impresionarlas; vimos algunas águilas, búfalos de agua y muchas aves diversas.
Había un elefante joven, de unos 15 años, escondido detrás de un árbol delgado (“si yo no los veo a ustedes, con seguridad no me ven a mí”).
Después salió hacia el camino, delante de nosotros, no estaba contento con nuestra presencia, movía sus orejas enojado y parecía que nos miraba con rabia y empezó a alejarse de nosotros. Nuestro conductor y los de otro par de jeeps, empezaron a seguirlo, hasta que se dio la vuelta y nos enfrentó, moviendo más las orejas (como diciendo: “déjenme en paz”… «F**k off”… “¿cuál es el problema con uds, es que nunca han visto un elefante?” o algo por el estilo). Y después de eso ya dejamos que se alejara.
También vimos a un par de machos uno frente al otro al lado de un estanque: uno echaba agua, luego el otro también, mirándose fijamente, como retándose, como lo harían dos adolescentes, por más de 15 minutos, hasta que uno de ellos decidió irse. Esa imagen, ese recuerdo… no tiene precio. Familias con uno o dos hijos, paseándose, refrescándose en el agua, o tomándose los caminos… finalmente estamos en su casa, en su territorio y no ellos en el nuestro.
Después de visitar estos parques y de tener la oportunidad de ver a los elefantitos caminando libremente, comportándose como elefantes y no modificando su comportamiento para ser atracciones turísticas, recomiendo este lugar a cualquier persona que ame los animales y quiera tener experiencias más responsables con el medio ambiente. Así tendría que ser el turismo relacionado con animales, lamentablemente no es así. El tema de los elefantes, en especial en el Sudeste Asiático, ha sido algo bastante controversial. Te invito a leer más al respecto aquí.
Si quieres organizar tu viaje a Sri Lanka, puedes enviarme un email a rubby@keepwanderingtravel.com.
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